lunes, 13 de julio de 2015

Ehrlichia canis Presente en el Cantón Eloy Alfaro Durán














 La ehrlichiosis canina
La importancia que tiene esta parasitosis se da en el ámbito de la salud pública, económica e incluso por el peligro de convertirse en una zoonosis, cabe resaltar que en el cantón Durán no se ha realizado ningún tipo de estudio que permita determinar la presencia o no de esta bacteria, y por ende no han tomado las respectivas medidas epidemiológicas de monitoreo, preventivas y de control para evitar su propagación.
Existen también las razones de salud pública para tomar en consideración, pues el ministerio de salud pública ha hecho estudios sobre el posible contagio de la enfermedad hacia los humanos, pero su difusión no ha sido efectiva, y esta enfermedad es una zoonosis que ya se describe en prestigiosas obras como el manual Merck de medicina veterinaria y en varios portales web especializados en medicina veterinaria.
En el cantón Eloy Alfaro (Durán), la presencia de la enfermedad no se la ha descrito, pero con la colaboración de algunos profesionales veterinarios y en base a hemogramas realizados en laboratorios privados (LCV y Diagnovet) se sabe que esta enfermedad está presente.
El cantón Eloy Alfaro Durán cuenta con un clima tropical y una temperatura constante y benigna, lo que contribuye a la proliferación de ectoparásitos vectores como las garrapatas, que es el principal agente transmisor de la enfermedad.
 Debemos agregar que en Durán, así como en la mayor parte del país, no es frecuente la costumbre de mantener a las mascotas en sus domicilios, más bien se los deja deambular por las calles libres y sin mayor control, donde están más expuestos al contagio, si la presencia de las garrapatas no es prevenida a través de controles sanitarios o no es detectada la enfermedad a tiempo, es posible que se desarrolle un cuadro de Ehrliquiosis grave llegando incluso a ser mortal para el animal infectado.

Las Ehrlichias son bacterias con forma de cocos, Gram negativas, de vida intracelular obligada con tropismo, según la especie implicada, por monocitos/macrófagos o granulocitos, pero no por ambas células a la vez (Rikihisa, 1991a).
 
La ehrlichiosis monocítica canina (EMC) fue reconocida por primera vez en Argelia, en el Instituto Pasteur en 1935 (Donatien y Lestoquard, 1935), ante la presencia de una enfermedad febril, que condujo a la muerte a 4 de 5 perros parasitados intensamente por garrapatas. En los frotis de sangre de esos perros se observaron unos agregados granulares compatibles con Rickettsia en el interior de monocitos. El agente patógeno fue denominado Rickettsia canis. Moshkovskii en 1945 re denominó a este agente Ehrlichia canis en honor al bacteriólogo alemán Paul Ehrlich. 

TRANSMISIÓN:
Ehrlichia canis es transmitida a través de la picadura de garrapatas, siendo la especie responsable de esta transmisión Rhipicephalus sanguineus, la garrapata marrón del perro. La ehrlichiosis canina es una enfermedad de distribución mundial, existiendo áreas consideradas endémicas de la enfermedad.
Hacia finales del siglo XIX se comenzó a comprender la importancia de las garrapatas como potenciales transmisores de enfermedades. Entre las enfermedades transmitidas por garrapatas se encuentran aquellas producidas por especies ehrlichiales.

PATOGENIA:
La patogenia de la enfermedad está relacionada con la habilidad del organismo de replicarse en el interior de los macrófagos (Park y Rikihisa, 1991). Una vez favorecida la fagocitosis, el siguiente objetivo de la Ehrlichia, para sobrevivir y multiplicarse, es evitar la fusión de los lisosomas al fagosoma de inclusión (Wells y Rikihisa, 1988; Petrovec, 1997; Gokce y Woldehiwet, 1999). Si el hospedador es capaz de inhibir la actividad metabólica ehrlichial, se producirá la fusión de los lisosomas con la membrana de inclusión ehrlichial (Messick y Rikihisa, 1994) y la destrucción de la bacteria. El tratamiento con oxitetraciclinas se basa en este efecto, es decir, en destruir a la bacteria al favorecer esta fusión (Wells y Rikihisa 1988).
La infección por Ehrlichia spp. se produce tras la picadura del hospedador por una garrapata hematófaga. La propia picadura provoca inflamación y liberación de mediadores químicos que, a su vez, producen una quimiotaxis positiva de células inflamatorias. Este efecto inflamatorio favorece la infección por Ehrlichia spp., ya que cuanto mayor sea el número de granulocitos o monocitos/macrófagos en el punto de inoculación, mayor probabilidad de infectar estas células (Theis y Budwiser, 1997; Rikihisa, 1991).
Tras un periodo de incubación que, según diversos estudios, puede variar de ocho a veinte días (Ewing y Buckner, 1965; Hibler et al, 1986), se produce la diseminación de los agentes ehrlichiales por la circulación sanguínea y linfática (Huxsoll et al, 1970; Buhles et al, 1974). El potencial patogénico del organismo se ve favorecido por la movilidad de los macrófagos que pueden diseminar la infección por todo el organismo.
Las inclusiones ehrlichiales intracitoplasmáticas se suelen observar en sangre durante 2 semanas, aunque en algunos animales se pueden ver hasta 52 días post-infección (Whist et al, 2002).

ERLICHIOSIS EN HUMANOS
En 1986, el estudio de las ehrlichiosis humanas sufrió un espectacular avance debido a la descripción del primer caso de ehrlichiosis monocítica Humana (EMH) en los EEUU, en un paciente con sintomatología compatible con Fiebre de las Montañas Rocosas.
Este paciente fue negativo serológicamente a Rickettsia rickettsii y dos semanas antes había estado en Arkansas expuesto a picaduras de garrapatas. En este paciente se observaron en la fase aguda de la enfermedad inclusiones intracitoplasmáticas en monocitos, cuyo estudio ultraestructural reveló la existencia de pequeñas bacterias cocoides compatibles con mórulas de Ehrlichia. Un análisis serológico frente a E. canis resultó ser positivo, por lo que se pensó en la emergencia de una nueva zoonosis (Maeda et al, 1987).
De 1985 a 1990 se examinaron 237 pacientes seropositivos a E. canis o E. chaffeensis en 21 estados de Norteamérica (Fishbein et al, 1994).
Recientemente E. canis o un organismo indistinguible de ella ha sido aislado de un humano en Venezuela, por lo que el riesgo zoonótico de este agente parece confirmarse (Pérez et al, 1996).   
En 1990 se observó que los monocitos humanos son susceptibles de infección por E. canis, por lo que se considero posible la infección de personas por E. canis (Ristic et al, 1990). Con posterioridad, E. canis se ha aislado de una persona sana, un veterinario en Venezuela (Pérez et al, 1996), comprobándose genéticamente la identidad de esta Ehrlichia (Unver et al, 2001).

CUADRO CLÍNICO EN HUMANOS
El cuadro clínico de la ehrlichiosis humana es bastante inespecífico y se caracteriza por fiebre, malestar general, cefalea, mialgias, nauseas y anorexia (Peterson et al, 1989; Eng et al, 1990; Ristic, 1990). Posteriormente aparece linfadenopatía y en un 30% de los casos se describen erupciones cutáneas y sintomatología digestiva. También se pueden observar cuadros neurológicos y respiratorios según la gravedad del proceso (Harkess et al, 1989; Eng et al, 1990; Rohrbach et al, 1990; Harkess, 1991; Bakken y Dumler, 2000). A nivel laboratorial se observa trombocitopenia, leucopenia y anemia (Pearce et al, 1988; Eng et al, 1990; Bakken et al, 1996). El cuadro clínico y lesional es muy semejante al observado en el curso de la ehrlichiosis canina.
En resumen, la existencia de infecciones en humanos por Ehrlichias consideradas anteriormente exclusivas de animales, la presencia en la mayoría de los casos de infecciones subclínicas, el desarrollo de enfermedad grave, incluso mortal, en individuos inmunodeprimidos y el auge de enfermedades y tratamientos que contribuyen a la inmunosupresión del individuo (SIDA, tratamientos quimioterapéuticos), hacen de estas enfermedades, hasta hace unos años consideradas anecdóticas un importante objeto de estudio.